Compartir
Doctora Milagritos Saldarriaga, directora de esta bella y acogedora Casa de la Literatura Peruana.
Dignísima señora Carla Santa Cruz, gerente de Comunicaciones y Relaciones Institucionales de Petroperú.
Doctor Ricardo González Vigil, representante del Jurado del Premio Copé Ensayo de esta VIII Bienal.
Señores ganadores del Primer Premio Cope de Cuento y Ensayo, respectivamente, David Orlando del Águila y Dr. Jorge Valenzuela Garcés.
Queridos amigos presentes hoy en este cálido auditorio de Casa de la Literatura Peruana:
Créanme que me siento enormemente congratulado por esta designación: de haberme designado para que sea mi persona, como Tallerista de Narrativa y Poesía, quien exprese unas palabras de reconocimiento y valoración de este libro que reúne a los cuentos ganadores y finalistas de la XXII Bienal de Cuentos “Premio Copé 2022”. No sé, en qué momento ni a quién se le ocurrió la idea de convocarme, ni por qué razones, pero créanme que el hecho de participar aquí me hace feliz.
Más, sabiendo que:
Cada uno de los miembros integrantes del jurado de este prestigioso concurso: que han participado en esta clasificación final, cuyos resultados hoy se reúnen en este libro, estoy seguro, lucirían con profundos y sesudos criterios académicos, los valores literarios de esta importantísima antología de cuentos: como muy bien lo logra, en mi opinión de cuentista, la inteligencia y buen tino, de Carla Sagástegui, quien prologa aquí este libro; de modo que, mi gran deseo sólo será no incomodar a nadie, sino, mejor, constatar lo positivo de los cuentos que han merecido tan alta consagración al ser premiados y considerados para integrar esta colección literaria.
Cierto: estoy de acuerdo con el estudio y prólogo, cuando en él se dice que: desde las últimas siete décadas a estos tiempos, han ocurrido importantes cambios políticos, sociales y culturales, que se reflejan en nuestra narrativa; los que empiezo a enumerar, acogiéndome a las ideas y conceptos que Carla Sagástegui aquí emite:
Días de prueba esperando a Paradise, de David Orlando del Águila, es a mi criterio: un cuento de aparente historia sencilla y transparente. La trama va lográndose de forma gradual en base a oraciones medidas y cortas. Hasta poéticas. Pero, he aquí parte de sus artes en lo formal: esta trama se inicia con el uso de la técnica llamada in media res: es decir con la gracia y contundencia dramática, planteando el problema que arrastrará el protagonista. El dilema que tratará el cuento a lo largo de su historia. Nos describe la espera de un hombre llamado Uchiza a Paradise, el amor de su vida. Pareciera una historia idílica, como muchas, pero no será así. Porque al final nos atrapará la sorpresa tremenda; descubrirá el lector que esta historia idílica ocultaba otra, una segunda trama, terrible, espectacular y diríase que hasta escalofriante. Pero, si bien las primeras dos páginas son de aparente calma, gradualmente, al transcurrir las siguientes líneas, el lector se sorprenderá al observar que Uchiza, el protagonista, ejecuta acciones asombrosas, nada realistas ni creíbles. Se cuelga de una flor de un manzano y no podrá arrancar tan frágil criatura de pétalos, que le parecen de acero; luego, tratará de rescatar a una polilla al meter la mano en la estufa de leños encendidos, hasta extraerla viva y salir él sin herida alguna. Para que exclame entonces: “¡esto no es real!” Para, al final, conducirnos este relato, a esa segunda historia oculta (parte de una maestría técnica) ¡y, por eso, lo escalofriante en las últimas líneas! Que no detallo ni adelanto para que el lector lo descubra y se solace del mejor modo al leer estos cuentos premiados.
Luego: nos toca “El último sortilegio de Fernando Pessoa”, el relato ganador del Copé de Plata, cuyo autor es Cristian Elguera Olórtegui. Esta es una pieza de arte narrativa. Una especie de sinfonía en el uso del lenguaje, que fluye armonioso y tan agradable, y además ubérrimo de reflexiones sobre el arte y la poesía, que elevan a este relato en su clímax todavía a sensaciones y meditaciones más grandiosas. Una historia cuya trama tranquilamente podría estar a la altura de los mejores cuentos de un Borges o a la magia de un García Márquez. Por ello, la magnífica opinión de Carla Sagástegui sobre este trabajo de ficción, nos dice: “es posible que el ocultismo de Pessoa lo dotara de una condición sobre humana y demoníaca. Un instante en el que la rigurosidad de una investigación científica es capaz de entregarse a la magia”. Justamente por tratarse de Pessoa, un super genio de la poesía universal, y de sus heterónimos, los que al parecer lo atormentaban, y de los que buscaba desprenderse para no caer, en esta ficción, en la demencia definitiva o el angustioso suicidio…
En cuanto a “Tribus urbanas”, título ganador del tercer Premio Cope de Cuento, obtenido por Reynaldo Santa Cruz, es una historia, cuyo centro de la doble trama se elabora dentro de un fascinante contrapunto: donde al final, de esa segunda trama, “el padre policía y el hijo, cabeza de una banda criminal, se encuentran sin conocerse”. Por lo que, este cuento, resulta tratar un “mundo, tan violento como el lenguaje con el que es descrito”, añadiendo, dice Carla: “la vida de arquetipos urbanos contemporáneos”.
Son estos relatos los que han ocupado los tres primeros lugares. Cuyos criterios y valoraciones aquí planteadas con suma inteligencia, si me permite Carla Sagástegui, también los hago míos y los revaloro, sin reparos.
Y, con la venia de los amigos, no continuaré en valorar ni detallar los argumentos de las siguientes 14 menciones, por respeto a ellos mismos y a Carla Sagástegui, porque: aquí, Carla los menciona y caracteriza estupendamente, según los temas y las técnicas que en ellos afloran, con lujo de detalles, ubicándolos en el panorama de la literatura peruana de manera brillante. De modo que de seguir yo analizando, caería en la redundancia puesto que mis palabras y opiniones estarían demás, obviamente.
Sin embargo, una excepción: sólo permítanme expresar algo contundente, tan solo un añadido. Créanme: todos los aquí 17 premiados se lucen de tal modo en este libro Copé de Oro, que, a mi parecer, la mayoría pudo muy bien gozar de mejor suerte -de tener a su favor el destino y el azar. Asuntos del genio que: nace ya con una estrella de ganador y que lo ilumina y guía-.
Pues hay aquí tan buenos cuentos, que, quién sabe, merecieron, por igual, repito, ocupar los primeros lugares. Por decir: “37 SEGUNDOS”, de Gerardo Figueroa, que nos da toda una obra maestra, la escalofriante y microscópica visión, en cámara lenta, de los efectos de un coche bomba, destruyendo un edificio residencial en una zona céntrica de Lima. Leer este cuento es como revivir una obra de cine; EL GRAN GATSBY EN PIURA, de Luis Augusto Quimper: una bellísima historia lograda con la técnica de la vuelta de tuerca: donde un infeliz Kike, pobre y felluzco estudiante piurano, al final logra el éxito, imponiéndose por su fabulosa inteligencia a los jóvenes protagonistas de una sociedad adinerada y hostil…
Y luego desde Moyobamba, “Los adobes y la cruz”, de Jhemy Tineo, admirable cuento de impecable destreza, calidad de exigencia histórica y brillante pluma de quien ya es, sin duda, un auténtico escritor. Su historia, ambientada en Lima de 1746, trata la desgracia de una tapada que quedó prisionera bajo los escombros de una casona, luego del terremoto que destruyó Lima aquel año de 1746. Paralela a esta tragedia de la tapada, vemos la procesión de unos fanáticos rogándole a Dios para que cese su ira contra los limeños; mientras los gallinazos en todo momento van devorando las carnes de los cadáveres; no así las carnes de la tapada que aún no se pudren porque todavía sobrevive en la agonía; hasta que los fanáticos de la procesión se encargarán de ella del modo más salvaje que los gallinazos con los muertos.
Y este cuento: ¡Corre, Jimena! ¡Sube!, de Rossana Sala, relato que, en este caso excepcional: goza de una peculiar novedad: la historia de una mujer acosada, perseguida y maltratada por su marido. Y la menciono porque su tema nos atañe y es de trascendencia nacional y mundial: como sabemos hay en este país, según estadísticas, millón y medio de mujeres pidiendo medidas de protección. Y que en miles y miles de casos no se cumplen. Y aquí, imagino en este cuento: un reclamo.
Concluyo: sabiendo ahora de estos resultados, tan excelentes, bien podríamos decir que en este país, y gracia al Premio Copé, la literatura peruana se ha fortalecido profesionalmente. Todos escribimos bien, qué suerte, por lo que pienso: hoy más que nunca, sin duda alguna: ganar este premio será cosa de genios. Siempre, además, será cosa de la buena estrella iluminando la buena suerte de ese genio.
Mi abrazo a los organizadores del Premio Copé, Milagritos Saldarriaga de Casa de la Literatura Peruana y a todos los escritores de este país.
Cronwell Jara Jiménez
31 de mayo de 2023