Los espectros. Copé, 2025. 270 pp.
Lenin Heredia Mimbela
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú
lennyn.heredia@unmsm.edu.pe
ORCID: 0000-0002-4694-0220
El caso de Christian Elguera (Tingo María, 1987) es particular dentro de la narrativa peruana actual. Su particularidad reside en seguir siendo un escritor in- édito, pese a los varios premios literarios recibidos. En 2020, obtuvo una mención honrosa en el Premio Copé de Cuento por «El extraño caso del señor Panizza»; en 2022, el Premio Copé de Plata, también de cuento, por «El último sortilegio de Fernando Pessoa»; y, apenas al año siguiente, recibió el Premio Copé de Oro, en la IX Bienal de Novela, por Los espectros1. Aun con estos antecedentes, el autor hasta ahora no había publicado libro alguno de cuentos o novela. Por esta razón, resulta saludable para los lectores que por fin sea posible sopesar una propuesta narrativa más amplia, sólida, de este autor, que permita su juicio.
La novela Los espectros cuenta la historia de una misión encargada a Eudocio Ra- vines. Luego de muchos años sobreviviendo en México, abandonado a su suerte, este «engañador profesional» es convocado para liquidar a un hombre, un his- toriador cuya principal investigación, toda una empresa vital, ha consistido en reconstruir la identidad y el recorrido político de este personaje elusivo de la me- moria peruana. En ese sentido, Ravines, el mil máscaras, el traidor por excelencia, el canalla con principios, como gusta decir de sí mismo, es también el personaje principal de la obra. Ciertamente no es el único destacable. Junto a él están Al- berto, el ya mencionado historiador, que presenta una detallada conferencia sobre los resultados de su pesquisa, y muere por ello; y Palacitos, ese aprendiz de traidor, un sujeto lumpen, interlocutor de Ravines, que lo ayuda en su cometido.
Teniendo como punto de partida esta premisa argumental, Elguera ha construido un largo y atractivo recorrido ficcional a través de diversos episodios históricos. Debido a ello, por sus cuatro capítulos desfilan, algunas veces en primera persona y otras en tercera, algunas veces mediante cartas y otras mediante ardorosas con- fesiones o visiones oníricas, personajes como Mariátegui, Haya de la Torre, César Vallejo, Magda Portal, entre otros. En ese sentido, a nivel técnico, se trata de una propuesta muy diversa: incluye, por ejemplo, preguntas posteriores a la conferen- cia del historiador, algunos relatos autónomos (como el asesinato de Marcucci), recortes de noticias, con el objetivo de situar a Ravines en eventos que marcaron también la historia de América Latina y el mundo, como el asesinato del perio- dista y dirigente estudiantil cubano Julio Antonio Mella, o el golpe de estado al presidente chileno Salvador Allende. En ese sentido, esta novela se presenta como una historia secreta de diversas traiciones.
En cuanto a los recursos que el autor toma de la tradición literaria, se debe men- cionar que en el inicio de Los espectros resuena claramente, por ejemplo, el inicio de Noticias del imperio, la novela de Fernando del Paso. Sin embargo, mientras que en la historia del mexicano es la princesa Carlota quien se presenta a sí mis- ma, con enorme pompa, a lo largo de varias páginas («Yo soy María Carlota de Bélgica, emperatriz de México y de América»), en el caso de Elguera, si bien es el propio Ravines quien lo hace («Yo soy Eudocio Ravines, primer secretario general del Partido Comunista Peruano, admirado por sus coetáneos por ser el militante perfecto, el mejor conocedor del marxismo, el estratega de la lucha de clase contra clase»), no solo menciona los cargos oficiales a los que accedió, sino también, como no podía ser de otro modo, los logros de un canalla profesional («Yo soy Eudocio Ravines, asesino de Andrés Nin, Aldo Marcucci y todo aquel que interrumpió el mandato de mis superiores»).
Ahora bien, con todo lo mencionado hasta ahora, podría suponerse que esta es una novela histórica, o incluso una realista; no obstante, Los espectros no es tal. Más aun, bien puede afirmarse que la novela de Elguera rehúye un realismo o un historicismo limitantes y apuesta por asentarse, por echar raíces profundas, en lo literario. Un buen ejemplo de ello está relacionado con el arco temporal de la tra- ma. En el capítulo I, el historiador Alberto afirma que Ravines nació en 1897 («en una familia muy humilde»). Más adelante, Palacitos dice que «al ojo debía tener más de ochenta años». En páginas posteriores, sin embargo, tras una conversa- ción, este mismo agrega: «Si era verdad lo que decía, entonces debía tener más de ciento diez años» (nuestras cursivas). ¿Cuál es su edad entonces? ¿Estas diferencias son solo un asunto de perspectiva de los personajes? Pronto descubrimos que, dentro de la propuesta ficcional, Ravines lleva en efecto poco más de un siglo interviniendo en, acaso ocasionando, las distintas crisis que agobian a nuestro país, con lo cual su figura tiene más de simbólica que de histórica.
Otro ejemplo en esta línea es el evidente giro hacia lo fantástico en la novela. En otras palabras, la aparente inmortalidad de Ravines no solo es un rasgo simbólico, abierto a múltiples interpretaciones, sino que tiene un origen sólido en la trama, en tanto se debe a la posesión de un misterioso cofre en cuyo interior yace una mandrágora, entregado además por el influyente escritor y militante comunista francés Henri Barbusse, en un ambiente signado por la locura, para que Ravines pueda seguir con sus misiones: «A pesar de estar libre, había ocasiones en que vol- vían los delirios, me despertaba gritando y me costaba verme al espejo sin dudar de mi propia realidad. Barbusse me calmaba con abrigo y bebidas caliente, a veces leía algún libro». Este recurso literario no solo es típico de las mejores páginas de la narrativa fantástica (el poder de esta mandrágora recuerda, por ejemplo, entre otros, a un relato de la escritora española Emilia Pardo Bazán, titulado «El talismán»), sino que remite a los cuentos mencionados, ya premiados, del propio Elguera: en «El extraño caso del señor Panizza», por causas esotéricas, Abraham Valdelomar queda atrapado en un billete de cincuenta soles; en «El último sorti- legio de Fernando Pessoa», el escritor portugués entra en contacto con el ocultis- mo y otras fuerzas sobrenaturales. Todo esto implica, por un lado, que Los espectros recoge, tras un evidente proceso de maduración, elementos que ya forman parte de la narrativa de este autor, pese a su condición de escritor inédito. Por otro lado, en la medida en que no se limita a lo histórico o realista, sin duda resulta una propuesta creativa muy seductora.
Por otro lado, la apuesta central de esta obra apela a la conjunción de ambos elementos, lo fantástico y lo simbólico, a través de la figura propiamente de «los espectros». ¿Quiénes son estos seres? ¿Qué características tienen? El protagonista los anuncia ya desde las primeras páginas («Yo soy Eudocio Ravines, el emisario más leal de los espectros»), y con ellos cierra también la novela, tras la propuesta de su viaje a Chile junto a Palacitos (»no tenga miedo, usted está conmigo. Allá nos están esperando los espectros»). De este mismo modo son mencionados a lo largo de sus cuatro capítulos. A ellos debe Ravines obediencia, son sus órdenes las que debe seguir (en el colmo del paroxismo, al inicio de la obra el propio Ravines debe darse por muerto para sobrevivir ante ellos). Ciertamente, el asesinato del historiador no se debe únicamente a la reconstrucción de la biografía del perso- naje central, sino que esto le permite descubrir la existencia de «los espectros», su poder, su enorme influencia: «Para ser concisos, los espectros siempre han estado atentos a todos los caminos de la política peruana; es más, ellos han construido
esos caminos a su antojo». En ese sentido, como bien puede deducirse, la novela de Elguera va mucho más allá de Ravines. En lugar de la mera superposición de agentes y dobles agentes de la CIA en el mundo, la novela especula con el sentido mismo de la historia humana: sus cambios y continuidades, sus héroes y antihéroes, no son sino aquellos que «los espectros» deciden o eligen, pues ellos son los dueños del mundo, ellos tiran de los hilos, aunque nunca aparezcan en la foto (de allí la atinada referencia a su condición fantasmática), o en la televisión, o en internet.
Ahora bien, resta por evaluar el interés por la figura de Eudocio Ravines en el contexto de la narrativa peruana actual, en la medida en que este personaje, ade- más de Los espectros, protagoniza el primer volumen de la anunciada trilogía del escritor Rafael Dumett (El camarada Jorge y el dragón). Ciertamente, el final de la obra de Elguera parece sugerir también que la historia continúa, quizá en Chile, con Palacitos ya no solo como aprendiz de traidor sino acaso como escudero. Dicho ejercicio comparativo entre las ficciones de Dumett y Elguera escapa al propósito de esta reseña. No obstante, desde ya entendemos que cualquier posi- ble interpretación debe rehuir la obvia idea de que ambos proyectos representan una búsqueda, desde el discurso literario, del origen de la crisis que atraviesa a la sociedad peruana en la actualidad.
En síntesis, Los espectros es una novela sobre el poder, sobre la soledad del poder, no solo porque su protagonista sea Eudocio Ravines, ese hombre que paseó sus intrigas por el mundo, o porque desfilan en ella los principales nombres de la po- lítica peruana de inicios de siglo XX. Es una novela sobre el poder, porque expone o muestra los hilos que se mueven detrás de cada hombre o mujer que tiene la potestad de tomar alguna decisión que, a la larga, afectará la vida a cientos, miles de personas. Dicho esto, no obstante, Los espectros no es solo una novela sobre el poder, sino también una que destila amor por la Historia, por el conocimiento.
¿Es mejor saber o no saber qué sucedió en nuestra política para llegar a dónde estamos? Y es también, por último, una muestra de la gran capacidad narrativa de Christian Elguera, quien conduce a sus personajes con la pericia suficiente para transmitir al lector una terrible desazón por las injusticias, y luego más bien una sed de rebeldía contra ellas. Lo más importante, sin embargo, al terminar esta no- vela, es la nostalgia por sus páginas, por ese mundo cargado de potencia y poesía, que uno desea no abandonar nunca.
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1 Recientemente se le otorgó también una mención honrosa en el prestigioso Premio de Cuento José Watanabe Varas (2024), organizado por la Asocia- ción Peruano Japonesa.
Elguera Olórtegui, C. (2025). Los espectros. Copé.