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Petroperú tiene un reconocido compromiso con la cultura peruana. El esperado concurso Copé es tal vez la actividad literaria más notoria y esperada de esta empresa estatal en estos 46 años de convocatoria. Copé, término que usaron los antiguos peruanos para referirse a la brea, al petróleo como memoria de la tierra y de la piedra es el sinónimo del mayor concurso literario nacional, de un concurso que transporta la savia literaria peruana. Digo savia como una metáfora del espíritu creador. Y justamente, los tres ganadores que nos acompañan en esta mesa coinciden en la necesidad de preservar poéticamente las memorias que conservan de nuestro país como uno de los motores que les impulsan a escribir. Por supuesto que cada uno de ellos tiene, además, su propias e íntimas motivaciones, influencias y concepciones poéticas.
Con el auge de las redes sociales, es admirable comprobar la manera cómo varios medios de comunicación han coincidido en señalar la elevada calidad de esta XXI edición de la Bienal de Poesía Premio Copé y han celebrado el veredicto de los jurados. No es fácil ser jurado de un concurso de esta envergadura. Horas de lectura, discusión de valoraciones y criterios de calificación, entre otros aspectos, condimentan las expectativas de los participantes y de quienes, como yo, esperamos conocer a los elegidos. En esta edición se recibieron 802 poemarios de todo el país y del extranjero. Un número considerable que enfatiza el clisé aquel que somos un país de poetas.
De Elma Murrugarra, ganadora del “Premio Copé de Oro” con el hermoso poemario La memoria hila, se han dicho varios elogios merecidos. Por ejemplo, el crítico literario Ricardo González Vigil afirmó que “Es una obra extraordinaria, una joya de la poesía peruana. [La poeta] ha hilado, ha tejido, enhebrado un gran quipu en el que todos los epígrafes remiten a poetas peruanos que hablaron del tejido: Vallejo, Westphalen, Moro, Eielson, Churata, Eguren, Verástegui, Mario Florián”. Y frente al aparente vacío de casi 16 años desde la publicación de su anterior libro, el cuarto, en 2009, el poeta Marco Martos se refirió a Elma Murrugarra, medio en serio, medio en broma, como una “poeta secreta”. Ahora la “poesía secreta” de Elma deja su carácter privado para ser compartida con el público e incluso poder ser leída, como todos los poemarios actuales y de versiones anteriores, en la página web de Petroperú en su apuesta cultural por democratizar la lectura. Sin embargo, quiero incidir en el comentario de otro gran escritor, el de don Marcos Yauri Montero quien, sin dudarlo, afirma con precisión que el de Elma Murrugarra se trata de un “poemario tan maestro y fino como un tejido Paracas”. Los textos y los textiles son dos maneras parecidas de crear. Ambas provienen de la palabra latina textus, que significa “tejer”, “entrelazar”. Así como la tejedora traza los hilos sobre la trama y la urdimbre, la poeta también teje sus versos de palabras sobre el papel. Hay allí, además, una orfebrería poética, una serie de filigranas lingüísticas que ya se avizoraban en sus cuatro poemarios anteriores: Juegos (2002), La función de las Parcas (2004), Al sur en Caral (2006) y Cuentos de Domingo (2009), en los cuales también priman el verso libre, la prosa poética y la ausencia de puntuación. Si así fueron los tejidos Paracas, ya podríamos imaginar, con los versos de Elma, cómo habrían sido sus poemas que se perdieron en los silencios de la oralidad.
El poemario La memoria hila está dedicado a su madre, Juanita Pinedo de Murrugarra, que, hasta donde sabemos, teje finamente. Tanto ella como su padre son cajamarquinos, tierra que late en el corazón de Elma y donde se teje maravillosamente bien:
Madre escribe en su idioma
y cada letra como una araña blanca
descolgándose en la oscuridad
tejiendo las palabras
de un poema lindo que me cobija
Cada palabra sencilla y cada verso resultan precisos para lograr la complejidad del tejido poético. Así como las agujas refieren al arte de hilar y tejer, las agujas del reloj marcan el tiempo, más aún, marcan en la brújula los espacios geográficos para tender un tramado de referencias históricas en una prodigiosa prosa poética donde hilo y aguja son las herramientas de la poeta para llevarnos asombrosamente a tiempos pasados y volver emocionadamente al presente.
Elma es la tercera mujer en ganar el Premio Copé, después de Rocío Castro Morgado (2007) y Ana Varela (1991), completando una trilogía de autoras que se han convertido en referentes literarios del Perú.
Con el poemario Río dormido sobre Escombros de Memoria, el poeta ancashino, ensayista y catedrático en la Universidad Santiago Antúnez de Mayolo, ALEJANDRO MAUTINO GUILLÉN ha merecido el “Premio Copé de Plata”. Alejandro es un reconocido escritor que ya había sido finalista en el concurso Copé de 2013 con el poemario Para ahorcar pájaros con tu cabello. Ese mismo año también obtuvo una mención honrosa en el “Concurso Nacional de Creación Literaria José Watanabe”, de la ACPJ, con el título Diálogo de los Silencios. Antes, en 2011, obtuvo el “Premio Nacional de Poesía Libro Verde” con el libro Breve Anatomía de la sombra. En 2015 publicó Bajo el Sol de las Luciérnagas. Además de un libro de ensayos sobre escritores ancashinos, otro sobre la poética de Carlos Germán Belli y otro más sobre poéticas discursivas andinas que se pueden adquirir en esta feria.
En el poemario ganador del Copé de Plata, Alejandro Mautino despliega sus amplias concepciones sobre la intertextualidad al colocar textos referidos a tradiciones antiguas, como aquel aylli o canto quechua de victoria atribuido a la poesía inca: “Beberemos en el cráneo del enemigo/ y con sus dientes haremos un collar/ de sus huesos haremos flautas/ de su piel haremos un tambor/ entonces bailaremos//.” También acude a concepciones cosmogónicas para intentar un diálogo entre el presente y el pasado, para ver que hay tiempos de caos o desorden y tiempos de cosmos o armonía. El autor recurre a un yo personal para reflexionar sobre el mundo cotidiano y desplegar como un abanico las posibilidades de una retórica confesional, auténtica, propia, sólo entonces la voz de la alteridad, del otro u otra, de otros autores y otros tiempos, aparecerá para intercalarse en sus poemas y crear una serie de diálogos subliminales. Entre esas voces intertextuales, ya se dijo, hay referencias a la poesía prehispánica, a autores de la generación del 60 y a la poesía clásica e incluso me parece distinguir algunas canciones modernas. Entonces la memoria es un río caudaloso:
El río duerme
sobre los escombros de la memoria
y el tiempo se detiene
en el recuerdo que me borra y te nombra
el río vuelve a abrir los ojos
[…]
esta secreta historia de ser
la arena en la lengua
y el agua en los ojos
sin palabras sin misterios
el cuerpo del olvido
levanta las piedras de la memoria
(Ríos dormidos sobre escombros de memoria, p. 51)
ALEX RAMOS ARANCIBIA es el ganador del “Premio Copé de Bronce” por un proyecto monumental de ética y poética sobre la violencia en el Perú plasmado en el libro Entre los límites de una vela (que originalmente se titulaba Anatomía de los escombros).
Este libro cierra el ciclo de una trilogía iniciada con Anatomía de los sepulcros (2020) y seguido de Anatomía de las sombras (2021). Digo que es un proyecto monumental en su forma porque entreteje en su arquitectura o biopsia poética una serie de caligramas, prosas, versos, prosas poéticas, palabras tachadas como la censura de las dictaduras. Es monumental porque también retoma los puentes y abismos entre la ética, la poética y la retórica. Alex Ramos tiende en este libro conversacional una serie de puentes entre el pasado y el presente, entre el mundo de los vivos y el de los muertos, entre el Kay Pacha y el Uku Pacha. La comunicación entre estos mundos puede ayudarnos a comprender mejor nuestras heridas históricas y creer en un devenir más humano.
Alex es limeño de padres huancavelicanos y se confiesa admirador de las obras de Manuel Scorza como El Cantar de Agapito Robles, así como de los espacios de la memoria de Raúl Zurita, Vallejo, Juan Rulfo, Antígona, autores y obras a las que rinde un homenaje constante. Su obra es un ejercicio tremendo de asimilación y deconstrucción, con aires épicos y dramáticos. Hay una polifonía de voces, como la del personaje principal que es Ponchonegro (todo un guiño a Scorza), sombras de desaparecidos y coros que hablan en el claroscuro de una vela casi extinta, por eso el título del libro. Imágenes que interpelan a los sentidos del lector sobre la naturaleza del mal. Elementos mitológicos, ritos andinos, búsqueda del yo poético y de la memoria colectiva. Todo un gran esfuerzo que recomiendo leer y releer.
Apolonia Apolonia
abríganos entonces
que nuestras voces se hicieron polvo
y nuestro andar se fundió
en el caldero de las botas
abríganos con la garúa
con la brisa matinal en una hoja
Otros diez poetas también conocidos en el oficio y provenientes de diferentes regiones del país resultaron merecedores de menciones honrosas y de ser considerados en la lista de finalistas. En el libro Antología de las Menciones Honrosas y Finalistas de la XXI Bienal De Poesía “Premio Copé 2023”, se reconocen Menciones Honrosas para Carlos Conde Olivares, Pedro Páucar Ramos y Paloma Yerovi. Y como Finalistas: al piurano Gustavo Gutiérrez, Gustavo Rojas, Ángel Santillán, Carlos Alberto Becerra Popuche, Melissa Ghezzi, Martín Fierro Zapata y Luis Alonso Cruz Álvarez. No los perdamos de vista, son nombres que volverán a sonarnos porque, como se comprueba en esta antología, poseen el impulso suficiente para sorprendernos en cualquier momento, con sus rupturas y continuidades de las tradiciones poéticas. Esta noche también celebramos a todos ellos y los invitamos a conocerlos mejor y a leerlos más.
Gracias
Daniel Saénz More
FIL 2025
30/07/2025