Alejandra Ruiz León

Conversamos poco sobre nuestro vecino continente del sur, la Antártida. Incluso es probable que nos llame la atención definirlo como un continente. A muchos en la etapa escolar nos enseñaron que no lo era al no contar con países ni población permanente. Sin embargo, aun siendo un continente no habitado, la Antártida sí cuenta con poblaciones temporales, especialmente conformadas por un grupo que despierta nuestro interés: los científicos.

Durante siglos, la Antártida ha sido territorio de expediciones de diferentes países que buscaban no solo expandir el conocimiento sobre el continente helado, si no también sus territorios en el hemisferio sur. De tal manera, la Antártida fue reclamada en diferentes ocasiones por Argentina, Australia, Chile, Francia, Nueva Zelanda, Noruega y el Reino Unido. A pesar de las tentativas, en 1959 se firmó el Tratado Antártico, con el cual se nombraba al territorio antártico como independiente de todo país, libre de acciones militares, exposición a material nuclear y radioactivo, intentos colonización, entre otras acciones que ponían en riesgo este territorio.

La firma de este tratado en la ciudad de Washington también institucionalizó el interés por el continente antártico como un lugar dedicado a la ciencia y la investigación. Como parte de los artículos firmados por los países promotores del tratado se acordó que la Antártida sería un lugar de oportunidades para la investigación científica y la colaboración entre países para el desarrollo del conocimiento en este territorio. Para ello se estableció la creación del Comité Científico para la Investigación en la Antártida, conocido por sus siglas en inglés como SCAR, como el ente que coordina las decenas de expediciones científicas que se realizan en este continente.

La importancia de la ciencia para el continente antártico es innegable. La historiadora y filósofa de la ciencia, Aant Elzinga, llama a la Antártida el continente creado “por y para la ciencia”, haciendo alusión a cómo años de expediciones científicas nos han permitido conocer más sobre las características de este continente y su impacto en otros, así como los intentos de preservación para hacerlo un territorio idóneo para la colaboración científica. Ejemplo de esto ha sido el establecimiento de bases científicas en el continente, que a la fecha suman más de 80 bases.

En el extremo norte del continente antártico se encuentra una zona conocida como islas Shettland del Sur, las cuales están formadas por un conjunto de islas, entre ellas la Isla Rey Jorge donde se encuentra la base peruana Machu Picchu. Con su apertura en 1989, nuestro país pasó a formar parte de los países que cuentan con una base permanente en el continente, siendo uno de los 42 países con bases establecidas en la Antártida. Desde 1989 hasta nuestro tiempo, se han desarrollado más de 20 expediciones peruanas al continente antártico, siendo la última la campaña científica ANTAR XXVIII, la cual retornó al Perú en marzo del 2022, luego de permanecer más de 70 días en la Antártida.

La investigación científica que se realiza en la base Machu Picchu es parte de investigaciones dirigidas a describir este continente, y al mismo tiempo entender cómo este ecosistema desértico influye en otros ecosistemas de nuestro país. Por ejemplo, es de interés para los científicos peruanos comprender cómo influyen las condiciones de la Antártida en la corriente de Humboldt, o corriente Peruana, que se caracteriza por ser una corriente de agua fría que influye en nuestros ecosistemas costeros influyendo en la aridez de nuestras costas y en la diversidad marina, así como en los fenómenos de El Niño y La Niña que se producen en determinados años. Otra área de interés son los estudios sobre el cambio climático. A pesar de no ser un área poblada, la Antártida no se encuentra exenta a los efectos del cambio climático, todo lo contrario, es un territorio donde se pueden observar las implicancias del mismo. Ejemplo de este fue uno de los proyectos desarrollados en la última expedición ANTAR que buscaba identificar la presencia de actinobacterias marina en los fondos oceánicos de la Antártida.

Los estudios realizados por investigadores peruanos se alinean a las principales líneas de investigación que se realizan en la Antártida. Para conocer qué tipo de investigación se realiza en este continente un grupo de investigadores analizaron 30 024 artículos publicados entre 1933 y 2012 sobre la Antártida. El artículo publicado en la revista Scientometrics indicó que en este periodo, las categorías de investigación antártica más populares fueron las geociencias, la oceanografía, la ecología, la meteorología y ciencias atmosféricas, y la geografía. De forma específica, los investigadores también indicaron que los temas de mayor interés cubiertos en estas publicaciones era el cambio climático, el hielo marino y el krill antártico, que una especie pequeños crustáceos que se encuentran en esta zona y que también ha sido estudiada a detalle por científicos peruanos.

Citando nuevamente las palabras de Aant Elzinga, la Antártida es un continente “por y para” la ciencia, siendo también es un modelo para otros ecosistemas que necesitan ser protegidos y dedicados a la investigación y colaboración científica. Nuestra constitución también nos recuerda que el Perú es un país “vinculado a la Antártida por costas que se proyectan hacia ella, así como por factores ecológicos y antecedentes históricos”. Confirmando que nuestra presencia en la Antártida con la base Machu Picchu no es producto del azar, si no es un indicador de la diversidad de disciplinas que se desarrollan en nuestro país, y de nuestra responsabilidad a generar mayor conocimiento que converse con la ciencia mundial pero que responda a nuestros intereses locales.