Alejandra Ruiz León

La conservación de la naturaleza es una preocupación constante en nuestro país, ya que somos uno de los países más vulnerables al cambio climático. Las comunidades nativas han sido durante siglos los principales conservadores de nuestra variedad biológica. Sus técnicas y costumbres son transmitidas como un legado de conocimiento ambiental que es acompañado con el trabajo académico y la regulación ambiental. Este conocimiento es parte de nuestra historia ambiental que data de siglos, con ejemplos de conservación de los antiguos peruanos y de la época colonial. Y al mismo tiempo es muy nueva, puesto que nuestro país fue el último de la región en crear un parque nacional.

En 1961 se creó el primer parque nacional del Perú, el Parque Nacional de Cutervo, con la promulgación de la Ley Nº 13694. Esto se dio solo un año después de que Colombia creara el Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos, y sesenta y tres años después de que México dispusiera que El Chico fuera considerado una zona protegida, siendo la primera de su tipo en Latinoamérica. Desde la creación del Parque Nacional de Cutervo, otras zonas han sido declaradas como parques nacionales como el Parque Nacional del Manu, Huascarán, Cerros de Amotape, entre otras. Siendo en total 15 áreas protegidas como parques nacionales naturales.

Académicos como Marc Dourojeanni, profesor emérito de la Universidad Nacional La Agraria, han investigado, y sido parte, de la intricada historia de las áreas naturales protegidas de nuestro país. Una historia que la mayoría desconocemos. Como mencionaba en una columna anterior, cuando pensamos en nuestro patrimonio nacional solemos pensar en objectos relacionados a las luchas por la independencia, batallas o en lugares asociados con fechas históricas. Con menor frecuencia pensamos en nuestro legado industrial, médico y ambiental.

Nuestra historia ambiental no solo nos enseña sobre los eventos importantes en la conservación de nuestro territorio, también nos ayuda a comprender cómo ciertos conceptos han evolucionado durante las últimas décadas hasta establecerse como parte de nuestras conversaciones regulares. Ahora es común que la mayoría conozcamos la existencia de los parques nacionales, o incluso que hayamos visitado alguno. Sin embargo, esto no siempre fue el caso. La creación los parques nacionales fue toda una hazaña en sí, que requirió del empuje de diversas asociaciones, como el Comité Nacional de Protección de la Naturaleza, y de actores interesados en la conservación de la naturaleza.

En concreto, la declaración de Cutervo como parque Nacional es un logro reconocido al Dr. Salomón Vílchez Murga, quien fuera biólogo y diputado por Cajamarca en el año 1956. Tras una respuesta negativa al proyecto de la Federación Cultural de Cutervo-Lima, el Dr. Vílchez llevó la propuesta al congreso, puesto que él, además de biólogo era Diputado por Cajamarca. Es así que el Congreso aprobó el Proyecto de Ley del Parque Nacional de Cutervo, que fuera creado en 20 setiembre de 1961. Como lo relata Dourojeanni[1], en esa época la importancia de crear zonas protegidas no era de interés de gran parte de la comunidad académica ni industrial, puesto que se veía como contraproducente para el desarrollo académico. Más aún, el académico indica que muchos veían a las zonas protegidas como “cosas de gringos”, haciendo alusión que la conservación funcionaba en países como Estados Unidos donde se estableciera el primer parque nacional de la era moderna, el parque de Yellowstone en 1872.

Una de las principales motivaciones que llevó a la creación del Parque Nacional de Cutervo fue la preservación de los guácharos (Steatornis caripensis), que captaron el interés del Dr. Vílchez a partir de una visita con sus escolares a la zona, como cuenta el ambientalista Pedro Solano[2]. Actualmente, esta especie no se considera en peligro de extinción y es constantemente observada en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y otros países de la región. Una de las particularidades es el sonido especial que realiza cuando vuela y porque es un ave nocturna que se suele encontrar en las grutas de San Andrés de Cutervo. Para poder encontrar frutos con los cuales alimentarse, el guácharo usa la ecolocación, como lo hacen los murciélagos. Actualmente, científicos colombianos han descubierto que cuando los guácharos dejan sus cuevas, tienen la capacidad de dispersar semillas de gran tamaño a zonas alejadas, lo cual ha contribuido al crecimiento de especies de árboles que sí se consideran en peligro de extensión.

Otra de las especies por las cuales se conoce a este parque nacional es por la presencia del árbol de la Quina, que como en nuestro escudo, es representante de riqueza natural y porque componentes de su corteza se usaron para el tratamiento contra la malaria. Actualmente, este árbol está bajo amenaza de desaparecer, especialmente algunos tipos de este árbol que solo se encuentran en nuestro territorio y que son estudiados por biólogos peruanos, que hacen hincapié en la preservación de zonas como el Parque Nacional de Cutervo por la importancia para esta especie.

Finalmente, las más de dos mil hectáreas del Parque Nacional de Cutervo no solo albergan a guácharos y al árbol de la quina, si no también a otras especies como palmeras, oso de anteojos, bagre de las cavernas, gallitos de las rocas y otras especies identificadas por investigadores dentro de la zona. Además, se han encontrado restos arqueológicos, que nos demuestran que nuestra historia ambiental está entrelazada a nuestra historia como sociedad. Todas estas características hacen especial al Parque Nacional de Cutervo, que más de hace cincuenta años se convirtió en un hito de nuestra historia ambiental, que todos los peruanos deberíamos conocer.

[1] Dourojeanni, Marc. “Áreas Naturales Protegidas del Perú: El Comienzo.” Editora Grijley, Lima, Peru (2018)

[2] Solano, P., 2005. La esperanza es verde. Lima: Sociedad Peruana de Derecho Ambiental.