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Diario El Comercio – Sábado 26 de julio del 2014.
El 21 de junio pasado, la Unesco reconoció al Qhapaq Ñan como Patrimonio Mundial y sies países celebraron la noticia. Pocas cosas pueden lograr sentimientos similares y simultáneos en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
Pese a su majestuosidad, el Camino Inca sigue siendo un misterio para miles de peruanos que desconocen cuándo se construyó, quiénes lo edificaron y con qué objetivo.
Conversamos con el arqueólogo Carlos del Águila, jefe de la Unidad Gestión Cultural y Responsabilidad Social de Petro-Perú, que a través del sello Copé acaba de lanzar en la Feria Internacional del Libro la primera versión completa traducida al español de Qhapaqñan: el sistema Vial Inkaico, de John Hyslop,
-¿Se puede comparar la magnitud del Camino Inca con la de la Muralla China o por ejemplo con la los caminos romanos de Europa?
Más con los caminos romanos de Europa. Es más, las referencias de muchos cronistas hablan sobre la envergadura del Qhapaq Ñan en comparación con lo que tenían allí: la red de caminos romanos. Otro dato más, entender al imperio de los incas como tal tiene como componentes o como condición el hecho de que exista una red de comunicación e importancia trascendental. El Qhapaq Ñan es eso, una prueba de que esta sociedad, este desarrollo político fue de carácter imperial en el siglo XV o el siglo XIV. Cuando se estuvo haciendo la declaratoria de patrimonio mundial, el nivel de referencia inmediato no eran los caminos romanos, sino más bien la Ruta de Santiago, que si bien no es una ruta de camino, conecta varios patrimonios de Francia, España y creo que parte de Portugal también. Esa sí fue referente comparativo. Entonces, Qhapaq Ñan abarca no dos o tres países, sino seis.
-¿Cómo se puede explicar que, a pesar de la importancia que implica y el valor histórico, haya pasado tanto tiempo para que el Qhapaq Ñan haya sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad?
No es que haya tardado tanto tiempo en ser reconocido. Si te vas a la historia, el abandono del Qhapaq Ñan se da en la época republicana. En la época colonial, el Camino Inca estaba en absoluto funcionamiento. Los caminos que conectaban las diferentes regiones eran los caminos del Qhapaq Ñan. Eran los caminos que existían cuando llegó España a conquistar. Las rutas de comunicación estaban vigentes. El abandono empieza con la conscripción vial a mediados de la república.
-¿Por qué?
Se puso importancia a nivel de inversión en carreteras como la Panamericana. No en las de penetración, sino en las que van de norte a sur. Se concentraron en fortalecer las ciudades costeras: Trujillo, Piura, Chiclayo, Lima, Ica. No las ciudades de la sierra. Si tú ves la ruta del Qhapaq Ñan encuentras dos ejes de rutas centrales: el camino costanero y el camino de la sierra. Entre ambos hay conexiones transversales de caminos secundarios. Ese es el Qhapaq Ñan. Desde Pasto (Colombia) hasta Antofagasta (Chile). Entonces, el abandono o poca consideración del camino inicia con la época mediana de la república. Es más, gran parte de la carretera Panamericana es el Qhapaq Ñan.
-¿Cuándo culminó el proceso de descubrimiento de las pequeñas rutas o arterias del Camino Inca?
Este libro de Hyslop tal vez es el primero que abarca de manera integral el entender toda la red del sistema vial incaico. Él fue el pionero. De ahí hubo otros ejercicios, como por ejemplo el de Ricardo Espinosa, con El Caminante, que hace unas rutas. Hubo algunos viajeros que con anterioridad investigaron sobre el tema, pero no en su totalidad. Tal vez estamos ahora con mucho más data a partir del Proyecto Qhapaq Ñan que se instaló en nuestro país en 2002-2003. Cuando se declaró de interés nacional la ruta inca, se genera uno de los proyectos de protección e investigación patrimonial más grandes que se han hecho en este país, la unidad ejecutora que recauda ingresos importantes a partir de la red de caminos incas. Hay mucho dinero ahí que ha permitido verificar lo investigado y se amplíe. Ahora, hay más de 60 mil kilómetros identificados como Qhapaq Ñan. Ojo, identificados y verificados en todo el territorio andino. No creo que la data esté cerrada porque siempre se están buscando nuevas rutas.
-Se menciona mucho el uso que tenía el Qhapaq Ñan. Para fines de comunicaciones y comercio, pero quizás poco para el tema de seguridad, de defensa.
La ruta de los caminos no eran solamente para conectar un pueblo con otro, sino también para conectar ideas, productos y era, asimismo, para establecer líneas estratégicas de conexión con la sierra. Hyslop identifica muchos sectores del Qhapaq Ñan en el que hay dos caminos paralelos en una ruta troncal. Por un lado iba el inca y sus ejércitos y por el otro el pueblo y sus comerciantes. No es que se haya diseñado caminos para hacer la guerra. Los caminos se hacen para conectar ideas, conceptos y espacios.
-¿Es cierto que un mínimo porcentaje del Qhapaq Ñan está protegido por las autoridades?
Sí, pero igual ocurre en China con la Muralla China y en Roma con los caminos romanos. La gran ventaja es que desde el año 2003 hay proyectos de rescate, de puesta en valor. Hubo inversión privada para poner en valor algunos caminos. Hubo casos muy pequeños de destrucciones, de un tema de ampliación de una carretera o del crecimiento de una zona agrícola, pero que haya habido poca atención creo que no. Al contrario, a partir del Proyecto Qhapaq Ñan se pudo valorizar y monumentalizar muchos sitios asociados al Camino Inca que existían y sí estaban abandonados.
-El Camino Inca atraviesa seis países. ¿Había diferencias en su diseño de acuerdo a la geografía o las condiciones de determinados territorios?
Claro y eso es lo valioso del estudio de Hyslop. Se establece cómo resuelve sus problemas a través de una pendiente, a nivel de un risco, de cerros, de pampas o zonas pantanosas. Y, además, resuelve con puentes, caminos elevados. Hay miles de maneras de resolver los temas, pero depende mucho de las condiciones geográficas básicamente.
-El reconocimiento del Qhapaq Ñan como Patrimonio Mundial es a su vez un reconocimiento a toda las personas que lo investigaron desde hace décadas.
Así es. Eso incluso está reconocido por el Estado que sabe que no es un trabajo reciente. Sabe que acá hay mucho esfuerzo incluso desde los primeros viajeros como Antonello Gerbi, que fue tal vez el primer investigador italiano que empezó a desarrollar alguna línea de acción en torno a esto. Antonio Raimondi, Ernst Middendorf, Von Hagen, Ricardo Espinosa y el autor de esta libro, John Hyslop. Lo interesante también es que debemos entender este particular patrimonio no como un tema de valorizar la cultura, que ya de por sí se da, sino que es una eficaz herramienta para entender cultura asociada al desarrollo. Y no me refiero al turismo, porque eso fue el eslabón final. Me refiero a cuál es la vigencia de comunicación que tenía el camino. Hay zonas en donde por el Camino del Inca estás comunicándote. No hay otra forma de hacerlo. Además, el traslado de ideas y rituales. Hay una tendencia muy importante en los especialistas: la ritualización de los caminos. Creo que está bastante exagerada pero es interesante. Esta proliferación de ideas religiosas se dio no solo para el mundo andino, sino además para la Iglesia Católica. El trabajar, por ejemplo, los retablos ayacuchanos. ¿Por dónde pasaban esos retablos? Por el Qhapaq Ñan.
-Muchos limeños quizás desconocen que el Camino Inca está ubicado en zonas que transita a diario.
No solo muchos limeños, sino también muchos chilenos o bolivianos. Es en general. Cuando hubo las reuniones de declaratoria todos se dieron cuenta que es una herramienta de integración impresionante. Ya no por la comida, la gastronomía solamente. Se dieron cuenta que también esta región estuvo integrada muchas veces. Y ahora recién estamos poniéndonos de acuerdo en materia limítrofe. Por eso es que Cancillería lo ha visto como un referente importante. Se trata de establecer que en algún momento de nuestra historia común hablábamos el mismo lenguaje, establecíamos las mismas pautas de política, estábamos integrados. ¿La gente lo desconoce? Por supuesto, como desconoce gran parte del patrimonio salvo Machu Picchu y las Líneas de Nasca.
-Sin embargo, usted es muy optimista.
Por supuesto. Creo que las cosas han cambiado con relación al estudio que hizo Hyslop y que lo publicó en 1985. Petroperú lo publicó en 1992. Estamos hablando de hace 22 años. Desde esa época hasta ahora hay un cambio sustancial. Veo rutas turísticas, recuperación y puesta en valor de caminos incas, hay toda una movida positiva en torno a esto y que ayuda mucho también a la valorización del patrimonio en general. Hablo del camino, sus ciudades asociadas, sus puntos de conexión estratégica, porque recuerda que el camino no era solo una ruta caminera, con calzada o sin calzada, con muros al costado o no. Había lugares de depósito estratégicos en cada lugar de la ruta. O había ciudades cercanas. Muchos de los sitios prehispánicos están asociados y conectados al camino. Ciudades que ahora también son contemporáneas. Jauja, por ejemplo, o quizás Huánuco. Lo mismo pasa en otros países.
“No es que se haya diseñado caminos para hacer la guerra. Los caminos se hacen para conectar ideas, conceptos y espacios”, señala Del Águila