Luis Guillermo Lumbreras

Ya han pasado algunos meses desde cuando el libro publicado por Petroperú salió a la luz. Es un libro que aparece 50 años después de haber sido originalmente editado acá en el Perú. Durante estos 50 años ha tenido varias ediciones. El libro ha sido traducido al inglés de manera exitosa, se convirtió en una suerte de texto universitario y logró tener algo más de 10 ediciones consecutivas por la Smithsonian Institution. Luego pudo ser traducido igualmente al japonés donde también tuvo éxito en su difusión.

Y es un libro que aquí en el Perú lamentablemente no pudo tener más de una edición, de manera que la segunda edición, que es la que debiera haber salido después de agotada la primera, no se pudo hacer por razones absolutamente inesperadas; el editor Francisco “Paco” Moncloa falleció y los originales que estaban en sus manos no se pudieron encontrar. De modo que la segunda edición se hizo solamente en la versión en inglés, una traducción de la Dra. Betty Meggers en la Smithsonian Institution y fue la que, de alguna manera, tuvo muchísimo más éxito.

La tercera edición es la del 2019 y es una nueva versión del libro, totalmente distinta a las anteriores, en el sentido de que se ha agregado en esta nueva edición todo el conjunto posible de cosas que se lograron obtener y se lograron descubrir a lo largo de estos 50 años.

La publicación de este libro, para mí, ha sido motivo de gran satisfacción porque es en realidad el primer libro que yo escribía en términos estructurales y me había servido como base para mi tesis doctoral. De modo que es un libro que representaba muchísimo más que simplemente la edición de un texto. Trato de presentar allí la historia antigua del Perú. La razón por la cual le he puesto “Perú Antiguo” es porque creo que hay un “Perú Moderno”, no hay un moderno Perú; es decir, hay un “Perú Contemporáneo”, no hay un contemporáneo Perú.

Hay una versión nuestra de lo que es el Perú dentro de este libro cuyo objetivo central es el de encontrar las maneras como se fue organizando el espacio nuestro y cómo la población fue organizándose ella misma en función de las diversas alternativas que le ofrecía este territorio y cambiándolo cada vez que fuera necesario. Esa actitud peruana, clásicamente peruana, de cambiar las condiciones del medio ambiente para poder habitarlo es lo que permitió que aquí se desarrollase la civilización; es lo que permitió que aquí se realizase un estado de las características del Estado de los incas, es la razón por la cual entre todos los países de América del Sur, esta fuera la única región en donde se lograra establecer un modelo civilizatorio que está entre cuatro o cinco modelos civilizatorios arcaicos que aparecieron en el mundo.

Y es eso lo que se trata de presentar; la manera cómo fue transformando el Perú sus condiciones de existencia, de cómo fue humanizando este territorio. Es un territorio muy difícil y es una de las cosas que trata de hacer el libro: la de presentar cómo ese estado de dificultades que teníamos fue alterado y esa alteración dio origen a ciudades; posibilitando la producción de una red de caminos impresionante para la conectividad de un medio tan dificultoso como es el nuestro; lleno de montañas, desiertos, selvas, etc., desde luego, logrando hacer que todo eso fuese humanizado.

Desde el lado de las ciencias geográficas había ya varios intentos de encontrar una forma de entender esta manera de ser del Perú. Desde el lado de las ciencias sociales y especialmente desde el lado de la historia y la arqueología estos esfuerzos no fueron del todo renovados en detalle, sino fueron, de alguna manera, desarrollados por Julio C. Tello, que era un hombre procedente de la Sierra, aquí inmediata contigua a Lima, que es la Sierra de Huarochirí. Gracias a esta condición, digamos nativa, del origen de Tello, fue que él se preocupó de algo que es permanente de quien vive en este país como nativo, es decir, el tratar de transformar el medio en el que se vive para poder vivir.

No se trata de construir una casa, sino se trata de construir un país. No se trata simplemente de habilitar un territorio para poder en él estar, se trata de transformarlo para que el territorio esté con uno. Es un poco al revés y ese “poco al revés” es una cosa parecida a la que ocurrió en Mesopotamia, y de algún modo en el Cercano Oriente en su conjunto es lo que nosotros hemos tratado de presentar.

Lo presentamos al Perú desde cuando era totalmente natural y llegaron las personas desde Asia; posiblemente, lo fueron ocupando como pobladores, recolectores de las cosas nativas y las cosas que aquí existían, pero el momento en que fue haciéndose compleja la posibilidad de poder seguir viviendo aquí a raíz de que comenzó a crecer la población y de que comenzaron a aparecer nuevos procedimientos para poder manejar ese territorio, fue necesario que, para habilitar esto, se transformase en medio.

Fue una etapa muy larga: ensayos de dominio del ser humano sobre el territorio, y lo logró dominar. A tal punto que este territorio es un país, este territorio que se logró construir es una cosa donde no solo está la mano de la naturaleza, sino la mano del ser humano. No desmereció nada este peruano a lo largo de los años; cuando había estas montañas casi verticales, con laderas muy profundas, lo que hicieron fue construir andenes y tratar de encontrar en las condiciones existentes una forma de usar el territorio con lugares tales que no lo sabían.

Donde no había agua pues hacían canales, hacían obras hidráulicas de gran magnitud y transformaban los desiertos en valles y transformaban las montañas en lugares habitables y susceptibles de proporcionar alimentación para el ser humano. No es un territorio en el cual la competición por las tierras hiciera que las guerras se convirtieran en un elemento sustantivo para poder poseerlas, No. Lo que había que hacer era luchar con la naturaleza para quitarle a la naturaleza el privilegio de disponer que cosa es lo útil y que no es lo útil.

Esto es lo que se va descubriendo a medida que va pasando el tiempo, desde una etapa que llamamos Formativa, luego por un período Arcaico en el cual apenas se comenzaba a descubrir la manera de tener alimentos estables. Así, mediante la agricultura se pasó a una etapa en la cual las plantas y los animales comenzaron a tener un signo humano. Hay plantas como la papa por ejemplo que sin la intervención del ser humano son absolutamente incomestibles, no pueden servir para nada, son veneno, una papa nativa, no doméstica, una papa sin la intervención del ser humano es un peligro para la salud.

Eso se hizo como parte de la domesticación de este territorio, se doméstico el maíz, se doméstico la papa, se doméstico el olluco, se doméstico la mashua, se domesticó la quinua, la cañihua, en fin, una cantidad impresionante de frutas, de cereales de distinta clase. Esto es lo que hizo que fuera posible transformar este medio, se alimentó a mucha gente, el aumento de la población no increpó el desarrollo. Al contrario, lo hizo más digno y posible y, eso fue lo que determinó que cuando los españoles llegaran en el siglo XVI se encontraran aquí en el Perú con un territorio distinto al que ellos pudieran haber imaginado, e incluso que pudieran haber visto ya en sus primeros contactos con el mundo americano.

Este no era solamente un territorio “dorado” que de algún modo el mito y la leyenda encontraba en su estancia circum caribeña; no era solamente eso, era mucho más que eso. Un mundo en donde aparentemente nunca se acababa los alimentos; los primeros cronistas, los que llegaron recién cuentan, como las cosas, que se debían acabar la cantidad de comida animal y la cantidad de comida vegetal que consumían ellos cada noche que eran invitados por los nativos, esto no ocurría, no se acababan.

Al día siguiente dicen los cronistas: había tantos carneros de la tierra como existieron el día anterior, nada se acababa, se podía consumir. Todo estaba en granero, se sabía los bancos de alimentos, los bancos de vestir, los bancos de utensilios, todo eso estaba dentro del sistema estupendo de manejo del territorio; un manejo del territorio que parte de la necesidad de la provisión y a partir de la provisión la construcción de una etapa de vida estable. Ello, evidentemente posibilitaba una situación que podríamos llamar “vivible” en un territorio sumamente difícil, sumamente duro, donde los desiertos y las montañas y las profundas quebradas hacían difícil vivir y dominar.

Eso es lo que pretendemos presentar en este libro a los 50 años de haber salido. Gracias a Petroperú por volver a editar esta investigación y gracias a una insistente petición de mi amigo y alumno, Carlos Del Aguila, se pudo realizar. Gracias a Petroperú por poner al alcance de todos ustedes esta emblemática publicación, y gracias a Petroperú además por producir un libro hermoso, un libro bien hecho, un libro que no solamente contiene cosas que a mí me agradan, me gratifican, sino que es una obra realizada con diligente pulcritud y detalle.

No quiero seguir hablando del libro porque voy a seguir elogiando lo que yo he hecho y eso es poco simpático. Yo simplemente quiero pues agradecer el hecho de que haya podido ser publicado 50 años después. A propósito, pensé que el libro ya estaba totalmente acabado, o sea, no se me ocurría y que podía ya publicarlo, hacer una nueva edición, esta tercera edición. Cuando se me propuso hacerlo, yo francamente pensé que era fácil. dije “sí, yo le pongo lo que ha pasado en estos 50 años en la arqueología peruana y ya está”. Pues ese “ya está” quedó corto porque en realidad me costó muchísimo trabajo, sobre todo, me permitió descubrir una cosa importantísima: cuando yo escribí ese libro hace 50 años, éramos muy poco los arqueólogos peruanos y no había, aparte del libro de Tello y de otros autores europeos, que existieron en su momento en mis tiempos de estudios; no había en el Perú libro en Castellano que pudiésemos nosotros permitirnos consultar de todo el conjunto. Y eso a mí pues me daba mucha pena porque yo hablaba solo en Castellano y ahí, en Castellano y solo, no había un libro de esas cosas. Tenía que acudir a libros como el de Markham, el de Bennett, que estaban en inglés y eso a mí me molestaba muchísimo, por eso escribí el libro.

Y al escribirlo me di cuenta de que, el 90% de la literatura científica sobre el antiguo Perú estaba hecho por extranjeros: ingleses, franceses, mexicanos, alemanes y que casi no había libros que yo pudiera usar para enterarme de qué cosas significaban los huacos pintados de Nazca o los huacos negros de Chimú, etc., que es lo que me enseñaban en el colegio con gran odio de mi parte. No podía entender porque no había seres humanos, era como si no hubiesen vivido personas en el pasado.

De modo que, escribir este libro no solo ha sido pionero, sino un aporte al análisis de nuestra historia. Mi descubrimiento es que después de estos 50 años hay una cantidad impresionante de arqueólogos trabajando en el Perú y, lo que más me gustó, fue que el 90% de la literatura académica científica está hecha por peruanos ahora.

Yo me quejaba siempre con mis alumnos de que no es posible que no escriban, “son unos ociosos” les decía; me quedé realmente “fuera del canasto” porque sí producen, tanto que los llegué a odiar dado que tenía que leer tanto para poder enterarme de todo lo nuevo y todo lo nuevo (90% de verdad) es la cosa que ellos han hecho y han escrito.

Debo confesar que todavía me quejo porque hay una gran cantidad de ellos que yo conozco que han trabajado muchísimo, entre ellos me cuento yo y no hemos publicado lo suficiente. Hay cosas inéditas, no se pueden imaginar, 10 libros como el que nos convoca se pueden escribir con todo lo nuevo que en estos 50 años han escrito los peruanos sobre el Perú.

Muchas gracias.

LGL

[1] Conferencia realizada por Luis Guillermo Lumbreras en ocasión de la presentación del libro “Pueblos y Culturas del Perú Antiguo” (Ediciones Copé, 2019) realizado el 13 de octubre del 2020.