Luis Guillermo Lumbreras

Todos los historiadores, en general, tenemos la vocación de ser algo así como creer en las profecías y cosas de ese tipo. En realidad, creer en que vamos a saber del futuro, es nuestra vocación, el tratar de organizar la historia, dentro de secuencias que nos permitan entender una fase ligada a otra, es que caminamos hacia algo que en el Perú era lo típico, lo propio, que eran los llamados oráculos, donde la gente vivía del oráculo, la gente cada día tenía la necesidad de consultar sobre qué había pasado para en función de eso, ver qué hacer, qué es lo que debe pasar.

Yo estoy en este momento escribiendo, casi terminando un libro sobre qué pasó después, es más o menos; el libro tiene que ver con la descripción e identificación del Tawantinsuyu, en donde la imagen que hay de ello es una forma de unidad raza, no es una unidad raza, es una unidad con muchas diversidades adentro, medio mosaica, es una unidad donde prima la conducción unitaria y uniforme, pero existe la práctica de las diferencias. Se respetan las religiones, o sea, las creencias de otros pueblos, no se impone el más poderoso, se respeta la economía de uno y si se puede hacerla mejor agregando, no quitando. Y ese tipo de condiciones que se encuentra en toda la etapa incaica es parte de lo que estaba ocurriendo en el Perú desde cuando se comenzó a organizar el espacio territorial.

En este libro, trato yo de abarcar lo que es el Tawantinsuyu y de alguna manera se llama algo así como un país llamado Tawantinsuyu. donde se describe lo que era el país y lo que es ahora. Nosotros hemos ingresado en el siglo XIX a un proceso de cambio que ahora estamos tratando de celebrar por cumplirse 200 años. Digo, tratando de celebrar porque no estamos muy muy felices con lo que pasa. Tenemos ciertas dificultades en la identificación de nosotros mismos. Uno de los grandes problemas que tenemos en el Perú es el problema de identidad porque nos hemos habituado a dividirnos en países, en varias cosas. Somos el Perú de los negros, de los cholos, de blancos, de los indios, de los que sabe que, diferentes. Y nuestras diferencias no necesariamente son de ese nivel. Tienen que ver al mismo tiempo con condiciones económicas diferenciadas, con accesos diferenciados a los recursos de vida, etc. Estas condiciones no son perpetuas. Nacieron.

Nosotros pensamos que nacieron con los españoles, no es cierto. En esa etapa de España, el siglo, el llamado Perú moderno, la etapa moderna de la historia nuestra. En esa etapa se respetaba, por ejemplo, el conocimiento superior que requerían tener las masas nativas a través de los colegios que había en quechua, que había en Aymara, de colegios reales, de colegios que pudieran elevar el conocimiento de estas personas a sus propios niveles del desarrollo. Existían publicaciones en quechua, se respetaba la lengua, se respetaba de alguna manera. Estas cosas que de algún modo están presentes en nuestro tiempo, como diferencias y, a ver, le llamamos racismo nosotros, que es el producto de nuestra propia manera de hacer las cosas que nacen en el siglo XIX, no antes, nacen y además se solidifican, se inscriben en la Constitución del Perú.

La Carta Magna de 1823, ratificada en 1827, es notable. La manera como nosotros, logramos establecer una diferencia no regional, no territorial del Perú, sino esencialmente social, entre aquellos que hablan castellano y los que no hablan castellano, aquellos que creen en la religión cristiana de aquellos que no creen. Este tipo de diferencias, que de algún modo heredamos de España que excluía a los judíos de su existencia y los combatían por esta razón; aquí se generó también esas diferencias hasta hoy. Todo eso lo hemos heredado y lo estamos procesando.

En este momento estamos comenzando a darnos cuenta de todo lo que existe y que debemos eliminar. En Chile se está dando lugar algo parecido, es diferente, se está dando lugar a la petición de una nueva Constitución y justo en estos días se va a realizar una movilización en torno a la construcción de una nueva Constitución.

Yo supongo que en el Perú estamos reclamando algo parecido, porque no hay salidas así tan fáciles como la de cambiar una parte de las formas de elección de nuestros representantes. Yo me pregunto cuántos de los congresistas nuestros están representando al 90% de los ayacuchanos que no viven en las ciudades de Ayacucho. Esta es una zona que conozco más o menos bien y yo sé que no, sé que hay gente, los chutos, como le llamamos nosotros que hablan un quechua muy especial en las partes altas de la tierra, y ellos no están representados.

Tampoco están representados los que hablan el machiguenga o lenguas así, no hay representaciones, no hay. Por lo tanto, la democracia no es una democracia, así como la vemos, a trizas, que es lo que ocurre. Cuando uno revisa la historia se da cuenta que una de las cosas que vamos a tener que hacer en un momento dado y que ya está comenzando, es el respeto por la diversidad.

Parece fácil, no, no. No es tan fácil.

El respeto por la diversidad tiene que ver con la necesidad de medios distintos de hablar, de la aceptación de lenguas distintas en el Perú, de textos universitarios y escolares escritos con las diversas lenguas del Perú, no es fácil. En España el simple hecho de haber aislado, luego de una dura lucha, el catalán de la lengua castellana ha costado muchísimos años y todavía cuesta con la gente que lo imponía. Yo recuerdo cuando estaba de profesor en la Universidad de Barcelona, que los estudiantes me respetaban en la medida en que sabían que yo era latinoamericano, pero si supieran que yo era español, de hecho, que hubieran pedido mi salida de la Universidad porque daba mis clases en castellano y ellos reclamaban que se den en catalán y las clases ahora se dan todas en catalán.

Una cosa similar e importante ocurre en el país Vasco, así como ocurre en las otras comunidades. Esas cosas que se dieron acá (en España) tienen que ser revisadas, pero desde la perspectiva histórica. Hay una parte en la que yo, en el libro le llamo algo así como que “lo que viene después es lo que sigue de antes”. Es una suerte de demanda de continuidad.

A mí me duele mucho saber que nosotros tenemos vergüenzas de nosotros mismos. Nos duele mucho porque yo lo he sentido, no es que haya pensado que los demás la sienten, no, no, yo lo he sentido, lo he sentido en Europa, lo he sentido en varias partes, en Estados Unidos. He sentido acá en el Perú mismo. La vergüenza de ser serrano, la vergüenza del color de mi piel, del color de mi cabello, en fin, cosas de este tipo, o mi barba “Ho Chi Ming” que tengo todavía. Es ese tipo de cosas las que a mí me han afectado bastante, sobre lo que yo estudio y pienso. No estudié arqueología por eso; es estudiando arqueología que me di cuenta de eso, en las profundidades en que se requieren entender eso; no todos lo entendemos. Y eso está mejorando, ¿no? Yo en eso soy optimista total.

Creo que se están recuperando muchísimas de las viejas cosas, pues por imposición, porque no nos queda otra. Por ejemplo, se está avanzando sobre los desiertos de nuevo. Se está haciendo ahora lo que se hacía en el siglo XI, el siglo IX de nuestra era aquí en el Perú, eso se está comenzando a hacer al norte de Trujillo, al sur del Lima, entre Lima e Ica, hay avances sobre el desierto. Además, estamos en una etapa bien difícil, porque es una etapa en donde los cambios climáticos no están ayudando precisamente, pero se está haciendo y obviamente esa va a ser la solución para nosotros en el futuro. Cómo lo fue en el mundo exitoso que llegaron a conocer los españoles cuando llegaron a este país.