Ricardo González Vigil

Se ha publicado recientemente del sello Paidós la tesis doctoral de José María Arguedas: Las comunidades de España y el Perú, (595 pp.), sustentada en 1963, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Además del texto de la tesis, contiene un “Cuaderno de fotos” que reproduce no solo las fotos incluidas en dicha tesis, sino otras que tomó Arguedas en la investigación que realizó en las comunidades de Bermillo y La Muga (en el partido judicial de Sayago, provincia de Zamora) en 1958, y que permanecían inéditas. Lo acompaña la valiosa apreciación “Ojo mágico y etnográfico” de Arguedas, a cargo del estudioso Alfredo Villar.

Brinda, asimismo, un significativo Anexo documental: la adhesión de Arguedas al Frente Popular Español, al comienzo de la guerra civil española (1936); un artículo de 1958 de Arguedas (calificado como “antropólogo de la UNESCO”) en elogio del Servicio de Correos y Telégrafos de España, propuesto como ejemplo para el Perú en términos que lo hermanan con España:

“España no es sajona mi germana: es nosotros mismos. (…) en un país predominantemente anárquico, irregular y voluntarioso, la institución postal, que es un servicio del estado, funciona con la regularidad, la eficiencia y el rendimiento económico de uno de esos bancos famosos angloamericanos cuya red cubre el mundo entero. He aquí un ejemplo y una comprobación no solo de lo que el espíritu hispano-latino es capaz de realizar en cuanto a la eficiencia objetiva, sino también de lo que nosotros, hispano-indios, podríamos emprender en este campo siempre considerado como casi prohibido o vedado a nuestra cultura” (p. 587).

Y un artículo de 1974, de Justo Alejo, en recuerdo de Arguedas, expresando el reconocimiento de los pobladores de Sayago: “por el estudio de Arguedas, tenemos los sayagueses hoy voz en el mundo cultural, máximamente significativa al paso que la de este autor gana audiencia universal” (p. 593).

Un antropólogo vivencial

En el prólogo de la edición que comentamos, la especialista Dora Sales sintetiza con acierto la bibliografía sobre la labor antropológica y etnográfica de Arguedas: Rodrigo Montoya, Carmen María Pinilla, Fermín del Pino, Pedro Tomé Martín, Enrique E. Cortez, Alberto Jambrina Leal, Erik Pozo Buleje y Manuel Ángel Delgado de Castro.

Deja en claro su postura antropológica: enlaza el conocimiento con la vida (Pinilla), la intuición con la sensibilidad: “Arguedas se revuela como un antropólogo empático, que escribe desde la vivencia directa” (Seles, p. 22).

En concordancia con ello, asoma en su tesis el novelista que, en su talento principal, era Arguedas: un creador para el cual la novela era una forma de procesar vivencias y conocimientos, conforme ha resaltado José Alberto Portugal. Y Arguedas era consciente de los vasos comunicantes entre su escritura novelística y la antropológica-etnográfica, a tal punto que la reconoce en el prefacio a su tesis:

“Tuvimos la suerte y la oportunidad de ganar el afecto y la confianza de muchos vecinos y de pequeños negociantes ambulantes. Nos permitieron anotar sus confesiones, por escrito, muchos de ellos, y así se presentan en la tesis, con animación que me parecía entonces poco académica pero conveniente para los fines del estudio. Creemos que nuestra intuición fue constantemente mejor que nuestros instrumentos estrictamente universitarios (…)

“Es, pues, este irregular libro, una buena crónica; tiene, por tanto, algo de novela y está salpicado de cierto matiz académico, perdonable y hasta amenamente pedantesco y temeroso a la vez” (p. 32).

De otro lado, Arguedas vincula la etnología y la antropología con los procesos históricos y políticos, en una línea híbrida (la etnohistoria que se desplegaría con fuerza recién en los años 60-70, en el Perú) que no era frecuente cuando estudió el programa doctoral de etnología, en la década de 1950: “el énfasis en la historia es el elemento principal que diferencia la escritura etnográfica de Arguedas” (Cortez, citado en la p. 18).

Pionero de la antropología en España

A la singularidad de Arguedas dentro de los estudios etnográficos y antropológicos del Perú, debe sumarse el mérito singular de ser un pionero de la antropología española:

“En 1958, en España, no existía aún la carrera de Antropología. Recuerden que España vivía bajo la dictadura franquista (…). No había lugar, en este tiempo, para una disciplina que se ocupa de los otros, de las creencias de la gente. Un sistema policializado, de extrema seguridad, no permitía que disciplinas como la sociología o la antropología tuvieran alguna presencia. De manera que para los españoles de hoy día Arguedas es una especie de sorpresa que el nuevo mundo tiene para ellos” (Montoya, citado en p. 21).

Rasgos hispánicos de la comunidad indígena

Resulta notable que Arguedas se propusiera “buscar raíces de lo andino” (Montoya) es España, investigando el modo en que “las comunidades campesinas castellanas habían podido influir en las comunidades andinas, como consecuencia de la llegada de los españoles durante la colonización” (p. 21).

Si algo amaba del mundo andino eran las comunidades con sus indios libres, tan distintos del “colono” explotado por los terratenientes, y del “pongo” semiesclavizado por el patrón. Quería comprender cómo los comuneros andinos asimilaron y transculturaron (nutridos por el legado del ayllu prehispánico, bajo los milenarios principios de reciprocidad y colectivismo socioeconómico) el trasplante de los usos y costumbres de las comunidades de España.

Frente al Perú “oficial” (expresión de Jorge Basadre) de las ciudades costeñas, criollas, prejuiciosamente “occidentales”, que hablaban de España como la “madre patria” y marginaban a las comunidades andinas; Arguedas probó que el Perú “profundo” concordaba con las comunidades tradicionales de España, con su espíritu comunitario y su comunión con la naturaleza. Frente a la España individualista de la codicia de los conquistadores y colonizadores, heredada por los criollos; Arguedas nos muestra la del pueblo “todos a una” (Fuenteovejuna, de Lope de Vega) que también entusiasmó a César Vallejo, el máximo poeta andino, referente central del autor de Los ríos profundos.