Ricardo González Vigil

Sin duda, Rosa Arciniega (Cabana, Ancash, 1903 – Buenos Aires, 1999) constituye la narradora peruana de la primera mitad del siglo XX que era más necesario rescatar, casi olvidada después del éxito que tuvo en España con sus cuatro novelas publicadas en 1931-1934.

Engranajes, su primera novela, fue considerada “el mejor libro del mes”, en mayo de 1931, por un jurado de lujo (Azorin, Ramón Pérez de Ayala, José María Salaverría, Enrique Díaz Canedo, Pedro Sáinz Rodríguez y Ricardo Baeza). Un prestigioso galardón concedido en abril a Aviraneta, o la vida de un conspirador, de Pío Baroja, y en junio a La agonía del cristianismo, de Miguel de Unamuno; y que por primera vez lo obtenía una mujer. Cerró brillantemente su debut novelístico recibiendo en diciembre la distinción de “novela del mes”, gracias a su segunda entrega: Jaque-mate (Panorama del siglo XX).

La tercera novela, Mosko-Strom (El torbellino de las grandes metrópolis), alcanzó dos ediciones en menos de un año (1933 y 1934). Y Vidas de celuloide (La novela de Hollywood) (1934), consolidó el reconocimiento que gozaba entonces.

Sirva de ejemplo el elogio que apareció el 3 de diciembre de 1934, en el diario La Tierra: “vamos a declarar, con la rotunda sencillez con que se confiesan las cosas íntimas y convincentes, que Rosa Arciniega es una verdadera novelista de la época actual […] De no vivir en estos días de triste desasosiego, de constante incertidumbre, de doloroso escepticismo, de luchas terribles por buscar lo que no se encuentra, ya hubiera obtenido esta escritora el triunfo clamoroso que otros hombres de letras alcanzaran a lo largo de su vida. A esto es merecedora la labor admirable de Rosa Arciniega […] ¿Es así cómo debe escribirse en nuestros tiempos? Así es. Por eso, Rosa Arciniega es actualmente –con Pío Baroja– la novelista más auténtica que tienen las letras españolas y americanas” (citamos de: Vidas de celuloide, edición y prólogos de Inmaculada Lergo y Roberta Previtera, Sevilla, Ediciones Espuela de Plata, 2021; p. 16).

EL MARCO VANGUARDISTA

Al respecto, Arciniega se había planteado la cuestión de “cómo debe escribirse en nuestros tiempos”, luego de las corrientes vanguardistas en el arte y la literatura de 1905-1930 (cubismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo, ultraísmo, surrealismo, etc.). Las conocía antes de viajar a España en 1928 (en Lima se relacionó con el círculo del gran socialista y vanguardista José Carlos Mariátegui); y en Madrid se sumó al clima innovador, moderadamente vanguardista en comparación con la “aventura” (así la califica el ultraísta Guillermo de Torre) vanguardista de la España de la segunda y la tercera décadas del siglo XX.

De ahí que proclamó su apertura a los nuevos caminos, en el “Preliminar” de Engranaje:

“No vale la pena […] haber purificado con el fuego [alusión a la ruptura vanguardista] a la literatura de sus grandes pecados contraídos para quedarnos ahora con la pluma en alto frente a los caminos vírgenes que de nuevo se abren” (Engranajes, edición y prólogo de Inmaculada Lergo, Sevilla, Ediciones Espuela de Plata, 2020, p. 45).

Frente a la “deshumanización del arte” (según el preocupante diagnóstico de José Ortega y Gasset, a cuya tertulia frecuentó Arciniega), a las diversas propuestas “intelectualistas” y esteticistas (el arte abstracto, la “poesía pura” -con su “espacio ocupado por una mísera cónico-rítmica”- y el cerebralismo tipo Mr. Teste de Paul Valèry), esgrimió su postura esencialmente humana, con rasgos del socialismo y del ideario que Ortega y Gasset expuso en La rebelión de las masas. Una óptica decididamente adversa al alienante sistema capitalista (y, en el caso de Jaque-Mate, al peligroso crecimiento del fascismo, de la ultraderecha nacionalista):

“Ya difícilmente puede interesar la novela individual […] hallar el individuo raro, el “caso patológico” [ataca a los “raros”, autores elogiados por el modernista Rubén Darío, modelos de una literatura decadente y “maldita”], puede ser obra de seleccionador, de coleccionista. Crear el “hombre-millones de hombres”, el “caso-millones de casos”, es compendiar en una sola las inquietudes de la humanidad”. (Engranajes, p. 47).

En sintonía con el dinamismo de la vida moderna (exaltado por el futurismo, retratado con su brillo aparente y su trasfondo deshumanizador por la nueva narrativa norteamericana de los “locos” años 20: Francis Scott Fitzgerald, Babbitt de Sinclair Lewis y Manhattan Transfer de John Dos Passos), plasma “un estilo muy personal mezcla de agilidad narrativa, diálogos directos y digresión en torno a un tema”, conforme sintetiza la contratapa de la edición, a cargo de Inmaculada Lergo, de Jaque mate. Panorama del siglo XX (Sevilla, Ediciones Espuela de Plata, 2022). Acotemos que la “digresión” fusiona el estilo indirecto (que explicita el proceso mental de los protagonistas), con la exposición ensayística (impactante, persuasiva) de un narrador interesado en brindarnos una “novela de tesis (o de ideas)” que desnuda el carácter alienante de las vivencias relatadas.

CONSAGRACION DEFINITIVA

Pero vino la guerra civil española y Arciniega dejó España en 1936. A partir de entonces, sus biografías y sus episodios históricos novelados, sus cuentos y artículos que publicó en diversos países americanos, no tuvieron tanta resonancia; y, poco a poco, fue desvaneciéndose el renombre que alcanzó en sus rutilantes años españoles. En los panoramas de la novela peruana, solo Mario Castro Arenas resaltó su aporte (en La novela peruana y la evolución social, 1967); pero sin mayor entusiasmo, ni afán de rescatarla.

Hasta que asumió su necesario rescate la destacada peruanista Inmaculada Lergo (Sevilla, 1957), miembro correspondiente de la Academia Peruana de la Lengua, autora de importantes estudios y ediciones sobre el canon poético peruano, Carlos Germán Belli, etc. Tiene a su cargo la Biblioteca Rosa Arciniega (Ediciones Espuela de Plata), la cual ya ha reeditado esmeradamente (con prólogos suyos y de los especialistas Roberta Previtera y Anahí Barrionuevo), desde el 2019, una por año, las cuatro novelas exitosas de la etapa española; simultáneamente, subraya su importancia en conferencias, programas culturales de la televisión y la radio, y entrevistas de medios periodísticos.

Labor tenaz que está logrando “revivir” a Rosa Arciniega, consagrándola definitivamente entre las novelistas relevantes del ámbito hispánico de la primera mitad del siglo XX.

El ejemplo mayor es el interés despertado por la primera novela que rescató, en el 2019: la distopía Mosko-Strom, un aporte a la ciencia ficción un año posterior a Un mundo feliz de Aldous Huxley. Pronto, el 2021, fue reeditada en el Perú, bajo el sello Pesopluma; y traducida al inglés (Dallas, Texas, Dulzorada). Y este año la Casa de la Literatura Peruana, nada menos, acaba de entregarnos 181, un comic basado en Mosko-Strom, con guion de Jimmy Carrillo y dibujos de José Aguilar, el cual ha ganado el cuarto concurso de Narrativa Gráfica.

Al respecto, un autor de la talla de Juan Manuel de Prada (lector competente, por lo demás), celebró la reedición de Mosko-Strom, en el diario madrileño ABC, en términos altamente consagratorios: “Muchas veces me ha ocurrido que los ditirambos sobre un escritor se revelan palabras vacuas, hijas de compadreo, cuando me he enfrentado con su obra. Pero en esta ocasión me he topado con una escritora extraordinaria a la que convendría rehabilitar plenamente […] Mosko-Strom ha sido, en fin, una lectura extraordinariamente interpeladora de una autora tan penetrante como llena de bondades literarias, que está pidiendo a gritos una rehabilitación que la saque de los yacimientos del divino donde ha sido sepultada” (citado en el prólogo de Inmaculada Lergo a su reedición de Vidas de celuloide, p. 13).