Soledad Mujica

Tratando el tema de la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial por los distintos actores involucrados, así como las estrategias que pueden desarrollarse para este fin, en el artículo anterior comentamos el caso de la Cuadrilla Qhapaq negro de Paucartambo, como paradigma de salvaguardia desde un colectivo de portadores. En este artículo veremos cómo, desde un museo comunitario en el norte del Perú, se ha hecho un extraordinario trabajo para el rescate de diversas expresiones.

El Museo Afroperuano de Zaña, fundado en el año 2005 por el sociólogo Luis Rocca Torres, en el pueblo de Zaña, provincia de Chiclayo, región Lambayeque, tiene como objetivos -desde el diálogo y la acción comunitaria- desarrollar la investigación, el rescate, la documentación, la preservación, la promoción y la difusión de la cultura y el patrimonio de la población afroperuana. Sus salas albergan una colección significativa de documentos y objetos diversos que narran la memoria histórica de esta localidad norteña, que vivió tres siglos de esclavitud.

Gracias a la visión de su fundador y a un equipo convencido del papel que puede jugar un museo en el devenir de un pueblo, en sus cerca de veinte años de existencia, este pequeño museo ha hecho más gestión cultural y social que las instituciones públicas con mandato cultural. La magnitud del impacto del quehacer de esta institución en la vida y en la cultura de los peruanos es diametralmente opuesta a la sencillez de su espacio y de su presupuesto, pues se trata de un museo que funciona gracias a la fuerza del voluntariado. Esto es, quizás, lo más asombroso del Museo Afroperuano de Zaña, sus recursos y capacidades están en el plano de la reflexión y del pensamiento crítico, en la comprensión del Perú y sus problemas, así como en la destreza para diseñar y liderar un plan de acción que convoque a toda la comunidad frente a un objetivo común, fortalecer la identidad social y cultural de un pueblo.

Entre las primeras metas que se trazó el equipo del Museo estuvo el rescate de expresiones culturales locales cuya práctica había disminuido, hasta desaparecer o invisibilizarse, décadas atrás. Se concentraron particularmente en el uso del checo, instrumento musical de percusión y en el baile tierra, danza de pareja, ambos característicos de Zaña.  Entre las múltiples acciones desarrolladas por el Museo, estas dos iniciativas dan cuenta de la capacidad de convocatoria y movilización de la sociedad civil que despliega este Museo.

El checo, instrumento musical de percusión afroperuano asociado a Zaña, producido a partir del calabazo (planta cucurbitácea) había ido dejando de elaborarse y de tañerse gradualmente y, probablemente, su alejamiento de la escena musical se relaciona con el auge del cajón peruano en la ejecución de la música costeña. El proceso de rescate implicó años de una creativa y compleja gestión que convocó a agricultores, ingenieros agrónomos, lutieres y percusionistas, entre otros actores. En primer lugar, se trabajó con ingenieros agrónomos y cultivadores de la región para el tratamiento de las semillas de calabazo, su siembra y cosecha, hasta lograr producir frutos en las dimensiones y cantidades necesarias para elaborar un número importante de instrumentos. Estos frutos fueron transformados por diversos lutieres, quienes debieron estudiar cómo convertir el calabazo en un instrumento musical, en un checo, usando como modelo los instrumentos antiguos conservados en el Museo. A la par, se realizó una labor de sensibilización dirigida a la comunidad musical, especialmente hacia los percusionistas, acerca de la importancia de los saberes musicales relacionados a los patrones rítmicos, los géneros y los usos sociales asociados a este instrumento, ello a fin de comprometerlos en el proceso de rescate. El proceso tuvo su momento cumbre cuando el equipo del Museo y los músicos aliados impartieron talleres a niños y jóvenes de Zaña y de otras localidades del litoral peruano, logrando la decisiva revitalización del uso de este instrumento musical, fortaleciendo de este modo la diversidad de la música peruana. Finalmente, en el 2009, la publicación por el Museo del libro Renace el checo[1] y la declaratoria -en el 2011- por el Ministerio de Cultura del uso musical del checo como Patrimonio Cultural de la Nación[2], reconocieron la vigencia de la práctica.

Un proceso similar se llevó a cabo para rescatar el baile tierra, expresión que conjuga música, ejecutada con checo y guitarra; canto libre, sin métrica fija en la primera estrofa como tampoco en la fuga, lo que diferencia a esta expresión de otros cantares de la costa peruana; y danza en pareja, a manera de cortejo. Una acuciosa investigación conducida por el equipo del Museo de Zaña y múltiples acciones de promoción (encuentros, talleres, festivales) desarrolladas por el Museo, la Municipalidad de Zaña y diversas asociaciones civiles, permitieron recuperar los elementos musicales, de poesía popular y coreográficos del baile tierra, generando nuevos canales de práctica y difusión y garantizando su transmisión a las nuevas generaciones[3]. Así, nuevamente, el pueblo hizo el milagro, el baile tierra volvió con su magia y fue declarado como Patrimonio Cultural de la Nación, en el año 2021, por supuesto, por gestión del Museo. Lo singular del baile tierra y que atrajo a las nuevas generaciones fue su carácter alegre, breve, y que no tenía coreografía fija, lo cual permitía que los bailarines se expresaran con libertad. La investigación confirmó que el baile tierra sería antecesor del tondero y la marinera norteña.  

Es importante destacar que, en los últimos años, motivados por la necesidad de responder desde la sociedad civil a los desafíos y riesgos que plantea el cambio climático, el Museo y la población de Zaña han organizado comités de cultura y medio ambiente que articulan medidas de prevención y defensa con miras, principalmente, al manejo del territorio y la agricultura -utilizando conocimientos tradicionales- para la prevención de desastres y para garantizar la seguridad alimentaria. Estas medidas comprenden -entre otras- la reforestación ribereña en las cuencas de diversos ríos de la región, la implementación de biohuertos en los hogares como en centros educativos, así como la salvaguardia de especies frutales y medicinales en peligro de extinción, todo ello ha implicado el rescate y fortalecimiento de conocimientos ancestrales asociados al manejo de suelos y plantas. Así, en esta época, el Museo está priorizando articular el pasado con el presente y dar respuestas con la población a la crisis climática, a la prevención de desastres (como el Fenómeno El Niño global anunciado) y garantizar alimentos sanos para personas vulnerables, especialmente niños y niñas con anemia.

El llamado de la población al Museo para intervenir en temas de medio ambiente y la eficiencia con que ha respondido el equipo del Museo, confirman el arraigo y el liderazgo del Museo en la vida cotidiana de la población.

Es también necesario mencionar la labor editorial del Museo Afroperuano de Zaña pues son más de veinte títulos los que se han publicado en dos décadas. Mencionaremos solamente algunos: Africanos y pueblos originarios: relaciones interculturales en el área andina (2007); Salvemos el checo. Técnicas tradicionales de siembra del calabazo, redondo instrumento musical (2011); Instrumentos musicales de la diáspora africana y museología: la experiencia del Museo Afroperuano de Zaña (2012); Canario Negro: Luces y enigmas de Manuel Quintana: el mejor artista de la Guardia Vieja (2016); Las palabras de Victoria (2016); Bartola Sancho Dávila: bailarina de malambo (2018); El libro prohibido, afrodescendientes, sexo y religión (2018). Zaña Une cuatro continentes. Genealogía y memoria campesina de la familia Colchado (1840-2019) (2019); Mujeres campesinas y crisis climática en Zaña Perú (2022). Estas publicaciones son el fruto de un trabajo constante de investigación por los miembros del equipo del Museo como por investigadores asociados. Es también abundante la producción de tesis académicas que tienen como caso de estudio a este museo, eje de la vida social y cultural de la población de Zaña.

Los reconocimientos a la comunidad de Zaña, por la inconmensurable labor desplegada bajo el liderazgo de su Museo, se han dado tanto en el plano nacional como internacional.

En el año 2015, el Ministerio de Cultura reconoció a la comunidad de Zaña como Repositorio Vivo de la Memoria Colectiva. La Resolución Ministerial explica que el reconocimiento se otorga en virtud de los esfuerzos desarrollados por esta comunidad para la preservación de la identidad, considerando que Zaña es un pueblo diverso, cuya población es portadora de un corpus de tradiciones culturales herederas de siglos de historia local, que ha sobrevivido a condiciones muy adversas y que se ha mantenido vigente como un repositorio de cultura afroperuana contemporánea[4].

En el 2017, gracias a un expediente presentado por el Museo Afroperuano, Zaña fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO como Sitio de la Memoria de la Esclavitud y la Herencia Cultural Africana. Este reconocimiento integra a Zaña al proyecto Rutas de las personas esclavizadas: resistencia, libertad y patrimonio, proyecto de la UNESCO que apoya y promueve los sitios que dan testimonio de la trata de esclavos y de la esclavitud. Estos sitios, necesarios para la conmemoración de poblaciones sometidas a lo que se considera el crimen más grave contra la humanidad, representan verdaderos itinerarios de la memoria histórica y espacios de reivindicación social y cultural.

Luis Rocca Torres fue condecorado, en junio pasado, por el Ministerio de Cultura, como Personalidad Meritoria de la Cultura, mientras que, en agosto, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos le otorgó una distinción al mérito. En ambos casos se valoró su extensa producción académica como la creación y conducción del Museo Afroperuano de Zaña.

El Museo Afroperuano de Zaña es el primer museo peruano relacionado a la memoria de la población afroperuana, y sirve a las comunidades locales y regionales como un espacio para la reflexión y el diálogo, habiendo demostrado su capacidad de aglutinar y liderar a la población en torno a propósitos trascendentales con notables logros, contribuyendo significativamente, además, a posicionar en la agenda nacional la problemática de la población afroperuana. Este Museo puede definirse como una comunidad participativa, multidisciplinaria, que se fundamenta en el poder político de la acción civil y lo emplea para la defensa y salvaguardia de su historia, su memoria, su patrimonio y su identidad.

[1] Enlace a la publicación Renace el checo: https://afroamiga.files.wordpress.com/2010/08/renace-el-checo.pdf

[2] Resolución Viceministerial N. 716-2011-VMPCIC-MC. http://administrativos.cultura.gob.pe/intranet/dpcn/anexos/101_1.pdf?8895586

[3]Resolución Viceministerial N. 000279-2021-VMPCIC-MC.  http://administrativos.cultura.gob.pe/intranet/dpcn/anexos/342_2.pdf?3657217

[4]Resolución Ministerial N. 187-2015-MC. https://www.gob.pe/institucion/cultura/normas-legales/209524-187-2015-mc